Luna de miel

Gisela llegó a la oficina feliz y desplegó ante los ojos de sus compañeros de trabajo un mapa del mundo. Antes de decir buen día y de empezar a contar lo que se traía entre manos, señaló unas islitas diminutas al Este de esto y al Oeste de aquello y pronunció la palabra como si fuera un conjuro: “Seychelles»…

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Nunca te cases enamorado

Cuando mi abuelo me pedía que lo acompañara al boliche veíamos a Giuseppe sentado, siempre en la misma mesa del rincón. Un mechón cano caía sobre su frente, cabizbajo, como si cargara medio mundo sobre sus hombros. En la mano izquierda, el vaso con un líquido transparente, pero no era agua lo que bebía…

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Una historia de amor

Aviv disfrutaba de los paseos con Pancho, el perro que había adoptado hacía seis meses. Era de raza mixta, del tamaño de un ovejero alemán, color té con leche y tenía buen carácter. Desde el principio hubo entre ellos una relación simbiótica.

Solían salir después de la cena, pero aquél día, por alguna razón que Aviv no comprendió, Pancho se mostró impaciente…

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Alguien aquí entre nosotros

Nunca volví a tener amores como el que tuve en la preparatoria. ¿Quién los tiene realmente?

―Cerramos en quince minutos jovencita― dijo el bibliotecario con su voz dulce, pero eternamente ronca de mandar a callar a los cientos que por ahí habían pasado a través de los años.

Levanté la cabeza de mi cuaderno y le agradecí con un gesto el recordatorio. Metí mis apuntes en la mochila, eché su pesada carga al hombro y…

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Milonga

¿Quién o qué nuevo destino le espera a la casa donde me criaron mis yayos? Yo, Milena Vargas, firmando dentro de diez días la escritura de venta de un pedazo de vida. ¿En qué estaría pensando cuando acepté la reserva de ese comprador extranjero? Si no tuviera que vender… Apreté fuerte las llaves dentro de mi mano izquierda como si en ello me fuera la felicidad…

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El mail que no salió

Tengo miedo que sea hoy el momento de reencontrarnos. No quisiera que fuese así, de improviso, sin tiempo de prepararnos.
En realidad, nunca fijamos ni fecha, ni hora ni lugar. Pero, en forma tácita, quedamos convencidos que esto pasaría. Inexorablemente.
Yo sé que nunca te gustaron las despedidas…

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