Por un mejor mundo 2025
Por Eudardo Duschkin
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Por Eudardo Duschkin
Es casi imposible explicar la existencia de este lugar. A menos de un kilómetro del kibutz Nir Oz, en medio de un injustificable bosque de verdes pinos, un centenar de casas blancas con techos a dos aguas de cerámicas rojas, bordean un apacible lago. Sus habitantes, personas sabias y risueñas, todos pertenecientes a la “segunda juventud», disfrutaban la paz y la felicidad en sus modestas moradas…
En esa discusión estaban cuando llegó Laura, la coordinadora del grupo, pálida y con cara de mucha preocupación…
La noticia corrió por la villa como reguero de pólvora.
— ¡El Maxi se ganó el loto! ¡Una montaña de billetes! — gritaban vecinas y vecinos, entusiasmados con la posibilidad de recibir una ayuda del afortunado…
El trámite del ingreso me resultó insoportable. Primera etapa: papeleo. Documento de identidad, constancia de vínculo familiar directo con el detenido, solicitud de visita…
Tengo miedo que sea hoy el momento de reencontrarnos. No quisiera que fuese así, de improviso, sin tiempo de prepararnos.
En realidad, nunca fijamos ni fecha, ni hora ni lugar. Pero, en forma tácita, quedamos convencidos que esto pasaría. Inexorablemente.
Yo sé que nunca te gustaron las despedidas…
El sol del mediodía caía implacable sobre el rancherío de Ubajay. Nadie circulaba a esa hora por su calle de tierra arenosa. Si bien el calor dentro de las viviendas de chapas era insoportable, estar bajo techo a la sombra daba un pequeño alivio. Hasta hace unos años…
Semanas antes de terminar el último año de la primaria, la Señorita Alcira nos preguntó:— ¿Ya eligieron su escuela secundaria? Con mis doce años recién cumplidos, contesté muy seguro de Seguir leyendo