Ponete La Camiseta Bien, Juanchito
Ponete la camiseta bien Juanchito
que tenés el número mirando arriba.
Pasá la pelota enseguida hermano…
Comunidad de Autores
Ponete la camiseta bien Juanchito
que tenés el número mirando arriba.
Pasá la pelota enseguida hermano…
Minha infância brasileira, país onde nasci, me criei e estudei, foi marcada pelos símbolos de minha terra, tão conhecidos e comentados no mundo a fora.
Terra do Samba, Café, Carnaval e Futebol…
Soy un producto multicultural, multilingüe, interregional.
Carreras tuve una tras otra, tantas, hasta que el terreno del circuito de pista quedó desgastado, baldío, bajo las firmes patadas de mis zapatillas maratónicas.
Competía con y contra varones, mujeres, maestros, curas, monjas y rabinos…
Hay quienes dicen que el amor más puro y verdadero de un hombre es el fútbol.
Habrá quienes digan que es su madre o Dios mismo. Otros renegarán que bien podría ser también el amor de toda mujer…
No sé por dónde comenzar, porque la historia es larga como la infamia o la impunidad. Digamos que la discusión comenzó con el esposo de una amiga, un ser algo chato, machista y fanático del fútbol. Algo se dijo sobre el próximo mundial, hubo un comentario despectivo mío, y ahí se armó…
Diana, mi vecina viuda con la que compartía las mañanas de los sábados mateando, era mi referente en temas de actualidad. Respondía a mis inquietudes -que no eran muchas- y ella se esmeraba para iluminar mi oscuridad.
Esta vez iba a ser diferente:
-El mundial de futbol se acerca Marcelo… ¿vos sabés quien se alzará con la copa?
Nací en el Barrio de BOEDO, “Barrio de taitas y malevos” y del glorioso San Lorenzo.
El tango no lo dice por Boedo, es por otro barrio, pero mi viejo llegó por los 30 y decía que en esos años mejor no acercarse a la calle Chiclana porque había gente con facón al cinto…
Ni bien me di cuenta de que estaban tramando algo, caminé más despacio para que no me pudieran escuchar. Primero hicieron un silencio sepulcral, pensé que me habían chapado; pero como me quedé en el molde casi sin respirar, continuaron…
Para decir la oración hebrea del kadish o leer la Torah se necesitan diez personas.
Cuando Abraham regateaba con Dios para salvar a Sodoma y Gomorra, le argumento: “¿Destruirás también al justo con el impío? Tal vez haya cincuenta justos dentro de la ciudad”…
“Gol… ¡gol!” -gritó mi editor al otro lado de la bocina.
Fue su forma de anunciar que mi novela “Almas de papel” había salido de la imprenta…