1
0
Diana, mi vecina viuda con la que compartía las mañanas de los sábados mateando, era mi referente en temas de actualidad. Respondía a mis inquietudes -que no eran muchas- y ella se esmeraba para iluminar mi oscuridad.
Esta vez iba a ser diferente:
-El mundial de futbol se acerca Marcelo… ¿vos sabés quien se alzará con la copa? –
-Es una lotería- respondí, sin percatarme de la oportunidad que me daba…
Ni siquiera vi ese pase maestro, que te deja solo ante el portero, para chanfleársela a una punta y dejarlo de boca abierta. Inconsciente aun, pero aferrando el “micrófono” con ambas manos, continué parloteando, sin un derrotero fijo.
-Si, los medios de difusión ya comenzaron el countdown- afirmé y proseguí sin “bajar la pelota al piso”. El fútbol se ha transformado -Diana- y hoy cuesta acertar. Sabés, de chico escuchaba al abuelo y a mi padre conversar y también a relatores radiales, que describían jugadas y jugadores, que estaban engarzados al escudo del equipo. Y no como pelotas que rebotan de charco en charco provocando molestias a aquellos que salpica. No tenías que esforzarte para imaginarte un gol. Artilleros, regates, proezas y picardías que generaban goles de media cancha. De patadones increíbles si castigo. Se hablaba de tauras que embestían, trancaban el balón con la ñata si hacía falta. De capitanes, repartidores de leche y pan que iban tras de un carro, para transformarse en gladiadores los domingos… Esos eran partidos.
Hoy se afeitan las piernas, se tiñen los cabellos, les colocan un push up y se tapan la boca con la mano, como si fueran damas de salón de épocas pasadas, para lanzarse piropos entre ellos… una vergüenza. Y para colmo inventaron ese VAR, que los obliga a podarse las uñas de los pies hasta el hueso, para que no los agarren en offside.
-Déjate de divagar Marcelo, porque si seguís así me voy a enterar cuando termine el mundial… Sabés, mis amigas se hacen ilusiones como si fuéramos a ganar. No sé, en qué se basan, me gustaría saber ¿en qué? Y pensé que vos tenías la respuesta…
-A los argentinos los medios le vendieron que saldrían vitoriosos de Qatar, debe ser ese, el motivo de la euforia. Y por tu pregunta vos también crees en eso, Diana.
-Si, me gustaría, me ilusiono cuando me dicen que me veo joven y bonita… me miro al espejo y digo tienen razón… Ya no discuto con las arrugas. Pero no me dijiste que pensas de nuestras posibilidades.
-En ese rectángulo verde de hoy, cuadriculado, como mantel de mesa para fiesta, manda un hijo de mala madre, que no se inmuta ante gritos ni silbidos y de repente te pita un penal inexistente en tu contra. Que como mal parido que es, protege al más fuerte y opulento, como en la vida real. Y si no estás a un nivel más alto que el contrario, te hacen sonar como arpa vieja.
-Otra vez te vas por las ramas Marcelo, sos un charlatán- yo sin alterarme por esa entrada brutal, con los botines en ristre que merecían sacarle la tarjeta roja, seguía con mi regateo reflexivo en voz alta, pero ahora un poco más consciente, de mis cinco minutos de gloria, entonaba otra perorata prehistórica:
-En el futbol hay muchos factores que influyen en el resultado. No es solo correr y patear al arco. Pasó cuando en el mundial Inglaterra… pero no me dejó continuar:
-¿Me vas a decir quién gana para vos, antes de que terminemos el segundo termo? Porque ya te expandiste demasiado… sin decirme quien gana!
Resignado, antes que me lesionara y me dejara traumatizado con otra entrada brutal, mostrándome los clavos de los zapatos, ensayé una respuesta ambigua, para dejarla flipando.
-Mirá Diana, para mi está claro quién gana: este mundial es de Messi, Mbappé y Neymar… pero ¿sabés una cosa? En Qatar no van a jugar los tres juntos como en el Paris Saint Germain…
