Filosofía del frio
Ella voló hacia Madrid a las dos de la tarde y no tuve el valor de ir a despedirla. La noche de su partida me invadió un sentimiento de tristeza y melancolía por la falta, la ausencia, el vacío enorme…
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Ella voló hacia Madrid a las dos de la tarde y no tuve el valor de ir a despedirla. La noche de su partida me invadió un sentimiento de tristeza y melancolía por la falta, la ausencia, el vacío enorme…
Frío, me desperté pensando en ti. ¿Qué tan importante eres para merecer el esfuerzo de dedicarte un relato, aunque sea corto?
Bajé de la cama sintiéndote intenso penetrándome hasta los huesos.
Me lavé la cara y el agua me recordó que estabas allí, con tus agujas hincándose en mi piel…
Voy dejando mis huellas en el sendero que lleva al pasado, mientras cae la nieve lentamente, con sus finos copos, que parecen lágrimas congeladas.
Tengo frio en mi alma, no solo cuando cae la tarde, sino que al marcharse el día, pleno de viva nostalgia…
¡Qué maravilla las olas rugientes del invierno! Y no hay como ver el mar en tormenta, bajo la lluvia y los relámpagos, para calmar el volcán que llevo dentro. El frío muerde la carne, los huesos, penetra a través de la arena mojada…
Marco amaneció soñoliento, como si no hubiera dormido bien. Pensó que la causa seria alguna enfermedad que se estaba gestando. Rebuscó en el cajón algún remedio que lo reanimara. Tenía de todo, una farmacia completa, solo tenía que escoger el apropiado…
Soñaba con un vendaval en el cual cientos de tecolotes batían las alas a favor del viento. Volaban en silencio, con la intención de llegar hasta ella y prenderla con las garras de sus talones. Se veía ya reflejada en aquel sinfín de ojos amarillos, cuando el contacto de su piel contra el fierro de la cabecera la despertó…
De colchón, unos cartones húmedos que sacó de un basural.
De frazada, un sobretodo raído que recibió en la ¨Misión¨ y que no le llegaba a cubrir las piernas. La helada carcomía su piel y entraba en sus huesos como alfileres invisibles…
Nacida em pais tropical, e vivendo no Oriente Medio, com mais de 50 anos, resolvi aprender Ski.
Hospedada numa ex-clinica para tuberculosos -hoje um belo hotel reformado- onde Thomas Mann se inspirou para escrever a “Montanha Mágica”, quiz sentir os ares invernais e atravessar os Alpes Suiços deslizando sobre duas laminas de ski…
Nací en el trópico, allá el frio y los cambios de temporada son eventos totalmente desconocidos…
Tsunamis de guerra se avecinan.
La Tierra aúlla su impotencia…