La ciudad que amo nunca fue mía

Soy la judía errante.
Todas son mías y, aún, ninguna, mi amor es efímero, rodante, redundante.
Torno hoy hacia la ciudad oriental, rastreo sus mercados, ansío las voces
altas y crispadas de sus fuertes varones, a los que todavía no llegó el mensaje posmoderno del transgénero.

Cambios

Di la espalda un día, pensando si sería para siempre. Mi juventud ligada a ella se revelaba. No podía despedirme con ese presagio de no volver. Sería incluso ridículo considerarlo, después de compartir durante veintidós años…