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Por Nelson Gilboa

Di la espalda un día, pensando si sería para siempre. Mi juventud ligada a ella se revelaba.  No podía despedirme con ese presagio de no volver. Sería incluso ridículo considerarlo, después de compartir durante veintidós añoséxitos, frustraciones, cariño y alegrías. 

Dura es la vida a veces con nuestras decisiones. Uno da un salto hacia el futuro buscando estabilidad y una plataforma mejor para nuestros hijos… Este paso que di, me transporto a Tel Aviv, a Yaffo. Atrás deje a mi querida Montevideo… Ni siquiera imaginaba el tamaño del cambio que me esperaba. 

Hoy se la respuesta y no es el clima, o mis nuevos vecinos, ni los alimentos que ingiero. Pero si por el idioma, barrera que me llevó tiempo superar para ser parte de esta sociedad tan diversa en la que vivimos.

Cada palmo del terreno resume historia, los grandes movimientos y conquistas nos hablan de civilizaciones que fueron cambiando el mando de la ciudad, del territorio… Antes valoraba sus construcciones, su legado, el que quedó en sus cimientos semi derruidos. Hoy solo veo ruinas, no pienso en la civilización que dejó esos vestigios dispersos… y a mí me asalta la pregunta ¿Cuántos?  ¿Cuántos murieron para imponerse y que otros pudieran gobernar?

Lleva tiempo entender que aquí hay iconos diversos, “importantes” para todas las religiones.

Héroes, seguimos enterrando casi a diario, lo mismo que villanos, estoy

en el nudo de la intolerancia, de aquí emitimos al mundo noticias, algunas buenas otras no. Transformados en el generador permanente en el cual hay pocos momentos de asueto.

Éramos y seguimos siendo los mismos “simios civilizados”, con ese sentimiento arraigado, ancestral del territorio, disfrazado con el nombre de Patria al que le asignan escudo y bandera para cubrir aquellos que no corrieron con suerte.

Europa quiso ser modelo de la civilización, especie de antipatria, derribo fronteras, pero despertó en un día aciago, para comprender una vez más, el lenguaje de la violencia. 

Nosotros que lo vivimos a diario, paradójicamente, pasamos a mediadores, pacifistas.

Y ese es queridos compañeros, un buen motivo para celebrar.

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