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Por Daphna Kedar

En la habitación que habito hay dragones, brujas, laberintos, colores, tempestades, pinturas, paisajes, mares, bosques y animales. Cuando en ella estoy, abro los ojos y contemplo al mundo entero cual capitán de navío armado de un telescopio y montado en la torre de mira de su barco.

Dicen que “mi casa es mi castillo” y para mí, así es. De hecho, bien pudiera permanecer en mi alcoba las veinte horas del día, digo veinte por no ser demasiado ambiciosa, hoy, por ejemplo, está repleta de pájaros exóticos multicolores y de plantas tropicales; ayer, era un vagón a la deriva, que deambulaba perdido por raíles urbanos subterráneos, sin rumbo ni guía.

Mi espacio personal es mi fortaleza, me transmite corrientes de energía. Sin la intimidad que me ofrece, nada sería, más bien una pluma al aire sin tintero donde mojar, una bolsa de plástico llevada en volandas sobre los tejados, una vedette sin público.

El piso de mi cuarto a veces se agrieta y por las rajas penetran sombras tenebrosas que asemejan mazmorras del medievo, la superficie se quiebra y sucumbe atraída por un tornado inverso, que amenaza con llevarse mis libros todos, los de filosofía, psicología, antropología y demás. A veces se perfila la imagen del monstruo burlón que desea librar de sus ataduras al subconsciente indomado.

El espacio de mi cuarto es por momentos caprichoso e impide la entrada a mis amantes dulzones, las paredes se visten de verde-flema, color de la envidia y el portón ansía cerrarse conmigo dentro, cual damisela desamparada, Ranpunzel inofensiva de trenzas doradas.

Las sábanas de mi cama son multicolores y en ellas, estampadas, se ven mariposas de lejanos bosques tropicales, con colores del arco iris. Hoy me acoge mi lecho entre suntuosos textiles egipcios y nubes de fragancia, y mañana, me atrapa como si de una trampa se tratara, presa de Cerbero, la bestia mitológica apostada a la entrada de Hades que impedía se escaparan los inquilinos del infierno.

La habitación que habito es un reflejo de mis días plácidos y de mis noches aciagas.

Acerca del Autor

Daphna Kedar Kelman

Acertijo Existencial – No tengo acento ni lengua “materna”, si en inglés me hablas te diré que soy “nativa”, si en español: “natal”, si en hebreo, me dicen francesa, y al parlar castellano, la “erre” del carro, se la llevó el burro. Soy la nueva judía errante, la palabra es mi espada y el pluralismo mi emblema. ¿Quién soy?
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