Varias veces al día doy una vuelta por la placita.
Después entro al super y compro alguna cosa.
A las ocho y cuarto compro el pan.
La empleada me sonríe y me dice – ¡Buen día, señor! ¿Solo esto lleva?
Le sonrío, pago y salgo.
A las nueve y veinticinco compro manteca y un tarro de dulce de leche.
La empleada me mira con curiosidad, yo le sonrío y le digo:
-Bueno, me voy a desayunar.
A las once menos veinte entro a comprar cigarrillos, la empleada me mira y me dice:
-¿El cigarrillo después del café?
Doce y cuarto, no sé que comprar.
Veo una oferta de pañales y me llevo un paquete.
-¿Para su nieto? – me pregunta la empleada.
Siento como si me hubieran descubierto robando algo.
La empleada me sugiere que haga una lista y compre todo de una sola vez,
o que pida que me lo manden a casa.
Le sonrío, pago y le agradezco.
Ella no sabe que voy… porque espero encontrarte.
Más textos del Dr. Roberto Mitelpunkt: robmit@netvision.net.il
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