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Por Bertha Linker

Todos respondían con un «Opaaaa…» cuando mi prima Ilanit hizo oficial su compromiso con Shuemburguer, con Moisés SHUEMBURGUER, miembro de una de las familias más adineradas de la comunidad.

Todo alrededor de Moisés siempre ha sido incierto, raro. Un día fisioterapeuta, otro día diseñador gráfico…

Antes de la boda, telefoneó a mi mamá para que con la mayor discreción -como abogada- intercediese por el que estaba detenido por participar en juegos de azar de una casa de apuesta ilegal… ¡Tonteras que hacen los ricos!

A los pocos meses de la boda, los recién casados recibieron una gran casa en una de las mejores urbanizaciones, mejor dicho, los Shuemburger-padres le heredaban en vida la casa familiar a los recién casados, porque ellos se iban a radicar en Florida, Estados Unidos.

Ilanit y Moises, solo tuvieron un hijo, David.

Por la distancia, la pandemia y muchos otros factores, perdí el contacto con mi prima. Hasta que un día, recibí un mensaje de ella pidiéndome dinero. Pensé que le habían robado el teléfono y lo estaban usando para estafar a sus contactos. Pero algo en su petición me hizo sentir que era real. Busqué el nombre de mi prima en Google y leí: «Tres miembros de una familia detenidos: Moisés Shuemburguer (53), Ilanit de Shuemburguer (49) y David Shuemburguer (18) por cultivar 55 plantas de marihuana en una exclusiva urbanización de la Capital. El caso fue conocido por el fuerte olor a marihuana que salía de la casa.

¡Tonteras que hacen los ricos!

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