Un ruido único, igual a sí mismo, ensordecedor, seco y agudo retumbó en los oídos de Ruth. Estaba en la cocina preparando la cena para su familia. Mientras cortaba justamente una cebolla que lágrimas le provocó, escuchó un reventón que la dejó helada. Era tan extraño el ruido, que resultaba imposible asociarlo a algo conocido. Por un instante la dejó paralizada. Miró alrededor para ver en los ojos de su marido una respuesta. También permanecía atónito y boquiabierto.
-¿Que sería eso?- preguntó con lagrimones que chorreaban por sus mejillas.
-No sé, voy a averiguar.
Se desplazó hasta la ventana y vio un cúmulo de personas en torno a un cuerpo que sangraba.
-Amor, algo espantoso sucedió.
-¿Quéeeee? – inquirió inquieta.
-No sé, pero veo a mucha gente en el parqueadero en torno a una cabeza partida en dos, que despide un borbotón de liquido rojo intenso.
-Deja de ponerle tanto drama y cuéntame bien que fue lo que sucedió.
-Ruth, no lo sé.
Y sin demora tomó el teléfono para ver si ya existía información en el WhatsApp. El esposo enmudeció.
-¿Qué pasó, David?
Se tomó un tiempo antes de recuperar el habla.
-Alguien se lanzó a la muerte.
-¿Qué dices?
-No sabría explicarte, pero veo que anuncian que alguien puso fin a sus días. ¿Quieres ver las fotos que han mandado?
-No hay ni peligro que desee ver una imagen de un difunto estrellado contra el suelo.
A Ruth no le pudo el instinto morboso, pero sí el de la curiosidad al considerar cuánta angustia y miedo debía encerrar el acto que acababa de cometer un hombre ante su propio desespero o desamparo. Caviló sobre los instantes antes de cometer la acción de tirarse por la ventana y se preguntó: ¿qué pudo haber motivado esta acción tan alterada? ¿Cuáles habrán sido sus últimos pensamientos al zumbarse de un piso tan alto para abrazar la muerte, al desafiar el temor a lo desconocido que todos llevamos en el jardín íntimo de nuestro interior?
Percibió el infinito pavor que tales sucesos pueden originar en mentes ausentes de la idea de poner fin a la vida por manos o decisiones propias. Las lágrimas de la cebolla se unieron a las del dolor, causado por tal hecho. En un segundo, mentalmente, dibujó el mapa del padecimiento de un suicida frente a su determinación y se estremeció. Sintió miedo y tuvo el acoso de varias inquietudes a la vez, que se orquestaron en su espíritu. Meditó y visualizó que hasta para bien morir se necesita cierta gracia; partir tranquilo en una cama abrazando la muerte de los justos y rodeado por los seres queridos, en una despedida sin mueca de sufrimiento… eso traducía la imagen contemplada para su propia partida. Así se la soñaba.
Le resultaba un enigma pensar en la estrellada contra un frío pavimento. Un hecho que arrojaba sin duda alguna una fuerte dosis de rabia al desparramar los sesos ante la vista de todos. Un cobro social que implica un “reguero de sangre” para que otros lo limpien y vean en su acto una crítica a un sistema o a una situación.
Aquel sonido en cacofonía la acompañó por años con la preocupación, que cualquier persona puede llegar a un tal estado de turbación y de manera un tanto ciega truncar la propia existencia, sin tomar en cuenta el dolor que se les puede causar a los allegados o el ejemplo dejado como una cicatriz que permanece por generaciones.
Cada vez que Ruth piensa en la muerte se dice: -No le tengo miedo en sí, pero sí al hecho de morir con sufrimiento o con rabia. Anhelo morir plácidamente como un registro de sabiduría al entregar mi alma ya en paz sin un acto violento de por medio, que traduzca cólera o malestar por la vida. Y bajo estas cavilaciones queda suspendida una música macabra que se refiere al golpe seco que jamás halló olvido. Un hilo de agua gélida recorre su espalda cuando vuelve a revivir aquella muerte que la dejó por muchas noches en desvelo.
Gracias Bella, por regalarnos este escalofriante relato. El contraste de una muerte serena y natural, cuando nos toque, con el acto desesperado de un suicida, que quiere «cobrarle» al mundo su desgracia, a su manera, deja pensando al lector.
Gracias a aquellos que me leen y sienten que mis palabras les llegan al corazón. Gracias Sabina. Eres muy linda. Besos.