Por Andrea Bauab
Cathy querida:
Con mis últimas fuerzas, con los contados latidos que aún rasguean exhaustos el pulso débil de mi corazón, escribo estas líneas: es imperioso revelarte algo, antes que finalice nuestra relación sobre la Tierra.
Después de veinticinco años de conocernos y estar juntos, pensarás que nada nuevo queda por decir entre nosotros. Sin embargo, todo ese tiempo he guardado un secreto y habrás de conocerlo ahora, al leer este mail, querida… cuando vuelvas de mi propio entierro.
Puedo preveer tu atónita reacción al leer mi nombre entre el de aquellos que te escribieron un mail de pesar. Tus ojos índigo oscuro, del color del mar en los días de tormenta, se irán nublando. Te quitarás los anteojos con tu gesto tan fino y particular que he llegado a adorar y deberás secar tus lágrimas con manos temblorosas antes de acertar con dificultad el «enter» y enterarte lo único que te he ocultado durante los años-bálsamo, aquellos en los que anduvimos juntos por la vida.
Nunca te lo mencioné, pero una vez, existió otro ser humano… una joven… a la que quise tanto como a ti…
¿Puedes imaginarlo, Cathy?
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Revelaciones: Capítulo primero de la nouvelle «La Ultima Historia de Amor»