No olvides jamás el abrazo,
hacerlo fuerte pero sin violencia,
con intensidad y sentimiento
porque el exterminio y su ciencia
merodea por doquier,
locura y muerte ansiosas
descargan sus apetitos casi a diario.
Por ello, aférrate a lo querido,
a lo cercano, a lo importante,
abrázalo por unos instantes
porque todo puede ser trunco
en instantes escasos.
Somos materia combustible,
flagrante, perforable,
jamás lo olvides:
el metal o la metralla
nos trozan sin problemas,
la onda expansiva nos aplasta,
deforma, tritura limpiamente.
Somos volátiles,
somos una suma de líquidos
y algunos sólidos,
somos frágil materia.
Somos recipientes que, perforados
primero a chorros, luego goteando
nos desintegramos.
Poco importa
si de un sofisticado misil
o una tosca bomba o navajazo.
Los cuerpos son lo que son
y lo que pueden,
de uniforme o civil
sus capacidades no difieren.
Son tiempos locos,
de inseguridad, de paranoia.
Cualquiera puede caer
sin relación a quien es
lo que piensa o cree,
como por casualidad, como al acaso.
Por ello, aférrate un instante más
y no olvides jamás…
el abrazo.