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A la sombra de un árbol, Chuang Tzu soñaba que era una mariposa.
La mariposa, sedienta de libertad y néctar, salió a volar por el mundo.
Pobre, no tenía la menor idea de que con su aleteo provocaría una tempestad que arrancó de cuajo al árbol, y al anciano sabio de su sueño.
Y así, una efímera y lepidóptera quimera, creó el caos que hasta nuestros días provoca insomnio y devaneos en las mentes de aquellos que se cuestionan cual es el sentido del despertar.