Por Abel Katz
Davenport, NE. 17 de enero 2035
Ya sin electricidad, gas ni agua, abandonamos el vecindario. Manejamos y cruzamos Iowa y medio estado de Nebraska. Veíamos en los campos de maíz tractores automatizados, drones vigilantes, pequeños robots que monitoreaban los cultivos y perros robots guardianes.
Al atardecer encontramos un Trailer Park improvisado y dormimos en el carro muertas de frío. En la mañana caminamos por la hierba escarchada un kilómetro hasta las letrinas. Eran casetas con un hoyo en la tierra y un bote de cal al lado para cubrir las heces.
– Esto es deprimente – me dijo María.
– Por lo menos así no contaminamos los ríos -le contesté.
– De que sirve, si lo hacen los de la ciudad y solo ellos tienen agua potable…
Quien inventó el escusado nunca pensó que en cada casa habría uno, que llenarían de mierda todos los ríos del mundo. Quiero creer que quien fabricó el primer robot, ignoraba que sustituirían a todos los trabajadores.