(Extracto de la novela que escribe actualmente)
Aquella bofetada quedó retumbando en el aire y sobre las paredes, como un calidoscopio que descompuso
su figura. Hacía alusión a la palabra: bofetada, al desbaratar las letras B, O, F, E, T, A, D, A.
Inclusive pusieron el mobiliario a temblar, con la vergüenza sentida ante el acto que habían presenciado.
Inclusive algunos enseres se colorearon. Cobraban vida para denunciar lo inconcebible.
Con eco propio, el sonido aterrizó en la cocina donde María preparaba el almuerzo. La empleada doméstica
esbozó una ligera sonrisa, mientras en todo el apartamento seguían resonando los caracteres de cada grafía
con su diferente sonoridad. Tomaban voz y emoción. La escritura de la palabra, sinónima de manotazo,
se fraccionaba en la atmósfera como pedazos de dolor en dedos viudos de sentimiento de amor, después
de haber pasado por la ilusión de un afortunado matrimonio, ya en ruinas.
Mis manos en temblor le zarandearon la “kipá”. Ese gorrito pequeño y redondo que algunos judíos se colocan
en la cabeza para imprimirle el respeto a Dios, a sus valores y principios… (continúa)
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