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Por Bertha Linker

En el mundo hay cientos de conflictos bélicos-religiosos, pero por distintas causas el árabe-israelí siempre salta a la palestra. El mundo se divide entre los indiferentes al conflicto, los que lo recrudecen y los que tratan de apaciguarlo. A esta última categoría pertenece el Señor Cesar Egido Serrano, quién creo una fundación que lleva su nombre y anualmente realiza un concurso de microrrelatos con la idea de que -a través de la palabra escrita- se puede llegar a la conciliación entre las partes. Por tanto, los microrrelatos se pueden presentar en castellano, hebreo, inglés y árabe.

Uno de los puntos en común que me unían a mi “ex” era la afición de ambos a la escritura. Le comenté sobre el concurso y desde su teléfono móvil, mientras esperaba un turno para cualquier cosa, envió un microrelato al concurso.

El y yo nos habíamos separado.  El cómo y el por qué de nuestra separación es otra historia. Con la separación, yo adopté la actitud de un clavo saca otro clavo, me inscribí en una página para conocer parejas y como quien pide una pizza en linea seleccioné las características de lo que me parecía mi hombre ideal: algo mayor que yo, alto, profesional, y que viviese en Jerusalén. Asi conocí a Tamir, desde que nos vimos supimos que ambos transmitíamos en la misma frecuencia, además de colegas de porfesión, ambos queriamos casarnos y formar una familia lo antes posible.

Nos comprometimos.

Pocos antes de la boda, el último día en la oficina antes de salir de vacaciones por el casamiento, ese día en el que por un lado,  tienes que atar todos los cabos sueltos en el trabajo porque te vas a ausentar un tiempo, pero por otro estás pletórica de felicidad por el inicio de una nueva vida, y sabes que vas a celebrar el casamiento en presencia de tus seres mas queridos, incluso con esos que cruzan océanos para estar contigo en la gran celebración.

Ese día, la pantalla del telefono movil titiló, mostraba el nombre de mi «ex». Después de aplacar las 100 preguntas por segundo del porqué de esa llamada, decidí contestar:

-Hola ¿como estás?- escuché que me preguntó.

-Bieeen- contesté alargando la palabra, como postergando la embestida.  Pero decidí que la estocada la daba yo, y ahí mismo se lo solté: ¡en tres días me caso!

Sorprendido, atónito, se libró del momento diciendo:

-Entonces toca decir ¡Mazal Tov!

La conversación se prolongó hasta que me contó porqué me estaba llamando:

-¿Te acuerdas el concurso de micro-relatos? ¡Pues lo he ganado!  

Aún me pregunto que me perturbó mas: que apareciera justo antes de casarme, que se ganara el primer premio, que además de un monto en metálico incluía un viaje para dos por toda la ruta del Quijote, o la dichosa foto con la Reina Leticia…

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