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Cuánto silencio envuelve mi mente y mi cuerpo.
Y la esperanza que a veces emerge y otras se oculta.
Y el frío.
Maldito hielo que congela todo, que agota, te reprime, detiene, te apaga.
Y la soledad que se aproxima a pasos agigantados sin fuerza que la detenga.
Y tu risa, oh…tu risa… que va enmudeciendo de a poco, apagando el eco desnudo de nuestras paredes.
Cada segundo es elegir entre el dolor o la alegría, el día o la noche, entre “todo va a estar bien” o ya nada no. Cuánta lluvia mojando la ventana y humedeciendo mis ojos sin que nadie se entere…