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Por Bertha Linker

Ser estudiante universitario en Israel y nuevo inmigrante (ole jadash) a la vez, es sinónimo de austeridad.  Debes ahorrar al máximo porque hay mucho por estudiar -en mi caso en economía- pero explicada en hebreo, por lo tanto, es muy poco el tiempo que queda para trabajar.

Apenas se termina el año lectivo, lo estudiantes sabras (israelies de nacimiento) entregan el dormitorio estudiantil, recogen las pocas pertenencias que llevaron a la residencia de la universidad y regresan por el verano a la casa de la familia.  Pero para los inmigrantes, ahorrar el costo de la habitación pueden implicar pagarse un billete de avión y visitar a su familiaen el extranjero.  Y si además logra durante su visita hacerse arreglos odontológicos, por lo menos en el caso de los latinoamericanos, el ahorro se convierte en un premio de la lotería. En mi caso, era mas rentable quedarme en las residencias y trabajar mas horas y con eso permitirme una vida mas tranquila para cuando se reiniciaran los estudios. Por lo tanto, me convertía en el «depósito de verano para mis amigos latinos». La noticia de que había sacado billete para viajar venía acompañada de: «che… ¿te puedo dejar mis cosas hasta que regreses?». La verdad que no tenia problema en hacerlo, por lo general eran un par de cajas.

La mejor propuesta fue la de Rubén, un arquitecto que estaba haciendo un master en Historia del Arte en la Universidad Hebrea. Me pidió que le cuidara sus libros y para que no rechazara la propuesta, me dijo: los ubico aquí en tu estantería y así durante el verano -que te quedas sola- puedes leerlos. Entre los libros estaban las obras completas de Gabriel García Márquez.  Empecé por releer “Cien Años de Soledad”, la primera vez que lo leí tenia 16 años, y cuando lo releí con veintitantos, sentí que estaba leyendo un libro totalmente distinto.  O a lo mejor la lectora era totalmente distinta. Luego seguí por “El Amor en los Tiempos del Cólera” y lo viví desde la primera escena, cuando entra a la casa de su amigo el doctor, hasta que el vapor zarpa a una nueva travesía por río para salvar el amor. Mi mayor descubrimiento fue “Ojos de Perro Azul”. No muchos entienden porque se encuentra entre mis Top 10 de libros favoritos, pero fue con ese libro que realmente descubrí el cuento como género literario, a pesar de que ya había leído antes libros de cuentos y de muy buenos autores.  Con los cuentos de “Ojos de Perro Azul” descubrí otra manera de leer, son muchas las citas del libro que se me vienen a la mente, siempre la primera es: “una manera de saber que estás envejeciendo es cuando el número de personas vivas que conoces es menor al numero de personas muertas”.

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