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Por Daphna Kedar

Soy la zarza ardiente,
la mata reacia a consumirse,
el arbusto en llamas, emblema del pueblo electo.

Al escuchar la orden del ángel candente,
desvíe la vista de la planta milagrosa,
prendida por el dios omnipotente,
fuera el que fuere, sea quien sea, fuera quien fuere.

Pastor antihéroe arcaico,
profeta tartamudo,
sacado de aguas,
príncipe evacuado,
liberador de esclavos,
quebrador de tablas,
baja la vista y queda descalzo,
dijo fuera el que fuere, fuese quien fuese, fuera quien fuere.

Soy aquel niño comedor de brasas,
sacado de aguas en una canasta,
salvado por noble hija de faraones.
Soy el que soy,
esclavo y príncipe rebelde,
profeta escéptico,
quebrador de tablas y defensor del pueblo.

¡Ay, pueblo de esclavos!,
Escucha mi lamento y dime,
dime qué condujo al índice divino,
hacia este servidor, destinado a profeta,
líder amargo, aprendiz de hechicero.

¡Qué daría por no haber sido el designado!,
Por no haber salido al pasto aquel día funesto,
no llevar el ganado a pacer donde la mata ardiente,
no oír las chispas, y no haberme arrimado o acercado,
ni descalzado, ni acechado, ni escuchado,
ni desviar mis ojos, al ver el prodigio,
del arbusto en llamas,
en los cerros del Sinaí.

Acerca del Autor

Daphna Kedar Kelman

Soy la nueva judía errante, la palabra es mi espada y el pluralismo mi emblema. ¿Quién soy? Soy un producto multicultural, multilingüe, interregional. Carreras tuve una tras otra, tantas, hasta que el terreno del circuito de pista quedó desgastado, baldío, bajo las firmes patadas de mis zapatillas maratónicas. Competía con y contra varones, mujeres, maestros, curas, monjas y rabinos, contra las religiones monoteístas y los vivos colores de estampas doradas, medio truncadas, de dioses paganos de cabeza elefantina y cuerpo humano. Me plantaron mis padres en tierras fértiles de otros países, cual semilla desconocida, con un nombre imposible de pronunciar en pagos latinos. Me transmitieron individualidad, fortaleza y mente crítica, hasta que me convertí en una sui generis, espécimen y muestra de singular índole. De tanto cuidarme en no dispersarme, de no arraizar en culturas ajenas, respondo hoy a seudónimos mil: el de mi niñez, el de mi país, el de mi pueblo, el de mi cuna, el de mi amado, el de mis hijos guerreros, el de mi madre, que en paz descanse. La filosofía de la existencia la conocía yo ya desde el vientre materno, la lógica occidental me abrazó con ganas, la intuición de mis antepasados nunca me abandonó. A veces, en mis sueños vienen a visitarme los masters, seres superiores que juegan al ajedrez con nuestras almas, me revelan sus secretos y se los llevan consigo nada más abrir los ojos por la mañana. Acertijo Existencial – No tengo acento ni lengua “materna”, si en inglés me hablas te diré que soy “nativa”, si en español: “natal”, si en hebreo, me dicen francesa, y al parlar castellano, la “erre” del carro, se la llevó el burro. Soy la nueva judía errante, la palabra es mi espada y el pluralismo mi emblema. ¿Quién soy?
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