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Por Bertha Linker

Un síntoma de que un matrimonio no anda bien, es cuando se buscan nuevas emociones fuera de la casa. Esas emociones que al principio empiezan por «romper con la rutina», terminan en otra cosa.

En ese orden de ideas, Oriana decidió inscribirse en las prácticas de «salsa latina» del club comunitario. El ritmo tropical se prestaba a las fiestas después de las prácticas, una cosa lleva a la otra y tu pareja de salsa termina siendo mucho mas que eso. 

Tener un «affair» da para hablar, pero si el affair involucra a tres miembros de la comunidad, hay mucha tela que cortar. El tema fue el acompañante del café de todas las seňoronas del club. Me acuerdo que un día estaba tomando algo con mi mamá y se sentó una «conocida», después del ¿típico como están, como sigue la familia? llegó el comentario ¿se enteraron lo de Oriana y Efraím?  Esta ya agregó el nombre del esposo, un poco también por meter el dedo en la llaga, sabía que somos parientes de Efraím. La artillería pesada del chisme fue cuando llegó también a nuestra mesa en el club, Vela, la tía de Efraím, que alcanzó a escuchar cuando la «conocida» dijo, eso seguro fue un problema de cama, porque por dinero no fue, al fin y al cabo lo dejó por uno que es mucho mas pobre que Efraím, divorciado y con dos hijos. Vela, sin ningún filtro lo soltó, “lo dejó por puta”.  Descargó toda su furia contra Oriana y se tomó la tarea de desprestigiarla en todos los ámbitos comunitarios: los sociales, los religiosos y los educativos. Se ocupó de que los comentarios despectivos llegasen hasta los hijos de Oriana en el colegio.

Oriana bien sabía que su aventura había sido la comidilla de toda la comunidad, pero también sabia que fue Vela la que se ocupó realmente de desprestigiarla a ella. Oriana no permitió que el chismerío opacase su felicidad, ella siguió con su vida en la comunidad, como si no hubiera pasado nada.  Con el tiempo, incluso se convirtió en la secretaria general de asuntos comunitarios.  Quien ha hecho Aliá[1] -emigrado a Israel- sabe que un requisito imprescindible es la carta de judeidad o en su defecto la carta que acredite a cualquiera como miembro de la comunidad. El nieto de Vela, Ari, quería consagrar su sueño sionista y -como su abuelo- prestar el servicio militar en Israel antes de ingresar en la Universidad.  El trámite iba viento en popa, hasta que Ari tuvo que pedir el certificado que pertenecía a la comunidad, pero la secretaria general de asuntos comunitarios no encontraba ningún hueco en la agenda para darle una cita. Una vez que le dio la cita, Oriana, la secretaria, se ocupó de poner al tanto a sus superiores de todos los «problemas» que habían para emitirle el certificado a Ari. Esa misma secretaría, convirtió cualquier pequeña trifulca que pudo tener Ari en el colegio comunitario en verdaderos disturbios, al punto que el Sheliaj quedó totalmente convencido que Ari sería una terrible influencia para la juventud en Israel y le negó rotundamente la posibilidad de concretar la Aliá.


 *Alia: Migrar al estado de Israel

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