Voy andando los caminos de mi imaginación, a veces sendas de ripio que duelen en mis pies descalzos, otras suaves como el hielo donde me deslizo con gran placer.
Mis pasos van dejando una marca como la línea de tinta que deja mi pluma sobre el papel. De pronto se debilita, se va desvaneciendo hasta desaparecer.
Miro el tintero con recelo, suspiro con alivio al abrirlo y ver que está lleno. Recargo mi lapicera y retorno al papel para seguir andando, pero olvidé el camino y al mirar hacia atrás, veo una flor marchitando.
Lo que hace un instante me dio placer, me abruma y me acongoja.
Cierro mis ojos y miro hacia adentro. Veo una luz blanca y una paz infinita envuelve mi alma. He regresado, me reencuentro. Brotan dos lágrimas que limpian la imagen. Las palabras salen de su escondite y por fin puedo continuar mi camino.
hermoso
Gracias Eduardo