En un mundo pululado de máscaras, bufones, circos y sátiras…
Miro mi reflejo y estos seres desalmados me han superado
Antaño, admiré las maravillas de su humanidad imitando mi belleza
Sospecho que se jactan de lo bello que han hecho este mundo
Ciegos, mudos y sordos se mofaron de aquellos que pobremente se opusieron al juego
Aquellos pocos que pretendieron desafiar mi culto, hoy agonizan sin máscaras que los protejan
Reprochan al cosmos cual fanáticos, el mal en el que han sucumbido
¿Acaso son ellos sabios ángeles salvadores de esta tragedia?
Bailan al compás de ideales disonantes y desorientados
Un glamuroso vals imperial llorando las miles y millones de almas esclavizadas,
Fantasean regresar al Edén, cuna de empatía, armonía, paridad…
Otras tantas virtudes realmente ajenas a sus mentes
Nutren sus egos con románticos mensajes “humanísticos” tan fantásticos como sus ropas
Cándidos creyeron ser sus propios lienzos creadores de destinos
Inventando métodos macabros en nombre de la libertad:
Rinoplastias, abdominoplastias, queiloplastias, mamoplastias, y más “astias” para cambiar sus pieles y moldear sus rostros.
Cómicamente, se hablan a sí mismos para convencerse del “amor propio”, tan frágil como el cristal
Objetos autómatas de vitrina son ahora
Sonrientes, relucen sus etiquetas como símbolos de su era dorada
Algunos miopes y obtusos se atreven a culparme a mí de sus trivialidades
Todos, fanáticos, sonrientes, miopes y obtusos son “víctimas” de los tiempos
Irrisorio es entender tanta euforia caótica que poco se asemeja a la belleza y al amor que en mí habitan
Río y lloro conmovido por la adoración y aversión que sienten por mí
Ahora mi nombre no es más que un insulto inerte en medio de este vanidoso mundo.
Narciso ya no es el único enamorado de sí mismo.