Mi vida se desmorona
cual movimiento de cristal.
Mengua y marchita,
frágil y huidiza,
esta vida me es esquiva.
Cuatro mil miligramos de químicos
destilan en mis venas.
Y mi brazo se cristaliza.
Y se puede ver, asustada, a mi alma
en las pupilas cansadas de la enfermera
Las instrucciones médicas impresas en la caja
escritas desde el Sheol:
fiebre, vómitos, cansancio y cólicos.
Bulimia y arritmia; depresión e indigestión.
Se olvidaron de la más trascendental:
el miedo a la muerte.
Dos mil miligramos de quimio al amanecer
violan al ave fénix.
Me congelan, momifican mi vida en su jaula de huesos
con otros dos mil miligramos al anochecer.
Mi alma, con las alas rotas,
me susurra en las madrugadas:
“Y escogerás la vida…”
La vida para que vivas, tú y tu simiente.
Vallejo, poeta amigo… tú me entiendes.
¿Y yo? Ya no le tengo miedo a nada.
«… se pude ver, asustada, a mi alma
en las pupilas cansadas de la enfermera»
En este bello fragmento, el autor logra transmitir la angustia de quien padece esta situación extrema.
Gracias Eduardo Mendoza.