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Por José Charbit

Llegó al Centro de Rehabilitación con una enfermedad no muy precisa, no estaba claro lo que padecía, después de haber sido operado de fractura de pelvis y haber sido internado en el Departamento de Ortopedia del mismo hospital.

Dante, un hombre mayor de unos noventa años ya marcados por el cansancio, las arrugas y la tristeza en sus ojos al ver la muerte llegar, lentamente, pero segura.

A pesar de todo, su esposa Sandra lo miraba tiernamente, mostrándole con sus dulces ojos que todo iba a salir bien. Ella, una mujer de casi sus mismos años, no se doblegó al tiempo, sabía que iban a salir adelante como siempre lo hicieron, a pesar de todas las dificultades.  Sin embargo, era evidente que su estado anímico no era de lo mejor.

Nos conocimos cuando teníamos cinco años -me contó- en el jardín de infantes, en Italia, en una aldea pequeña al sur de Nápoles, después de unos años, nos escapamos con nuestros padres a Francia y luego a España.

Como judíos, huímos.  

En Italia de Musolini, en Francia de los Nazis, en España de Franco, hasta que llegamos a Israel de los ingleses, la Palestina de entonces, siempre juntos, de la mano.  Incluso ahora con sus noventa y cuatro años, sigue siendo un caballero, un gentleman, respetuoso, aún con la enfermedad que se le cayó encima, no pierde la sonrisa.  Yo soy ahora la que lucha por él, se lo merece, por haberme dado tanto, durante toda la vida. Nunca nos separamos, siempre adelante, es un amor que no se termina, ni siquiera cuando nos vayamos de este mundo, así es el amor, no importan los desafíos del destino, lo importante es tener uno al otro, eso no se discute, es natural: no hay crisis, ni ascensos, ni descensos, se lucha por el mismo objetivo y es siempre el mismo, la meta es lo que cambia, el amor es indestructible.

Ahora que ya estamos viejos y nos estamos yendo, me doy cuenta que fue hermoso haberlo transitado

Yo la miraba a ella y en su cara se reflejaban las arrugas de toda una vida, hablando  hebreo mezclado en español, con acento franco italiano, ella lo miraba a él, callado, escuchando en silencio y aceptando todo lo que ella decía. 

Cuanto amor se veía en sus ojos, casi transparentes… ¿será que esa generación que pasó guerras, golpes y pesadillas, descubrió lo que es el amor verdadero?. 

A las cuatro de la madrugada, tuvieron que trasladarlo de urgencia al departamento de terapia intensiva, su cuerpo estaba al borde del colapso, junto a un terrible virus contagiado en la sala donde residía.

Dejó de existir a las pocas horas.  Su cuerpo ya no resistió, su alma seguía flotando en el alma de su amada esposa, después de casi noventa años de estar juntos, se separaron por primera vez.

Tal vez vuelvan a estar juntos en la eternidad, pues dos almas como éstas no se separan jamás.

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5 thoughts on “Dante y Sandra

  1. Me emociono hasta las lagrimas.
    Me encanto como escribí , el autor jose charbit. Realmente sublime.

    Quería saber si hay más relatos de el ?

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