Por Daniel Blumenthal
Veinte días de guerra.
Ya absorbí doscientas horas de noticias y transmití decenas de notas a los medios para los cuales trabajo.
A las imágenes de horror que ví porque quise y porque no pude evitar, las vuelvo a vislumbrar hasta en la paredes.
Estos son tiempos nuevos, inéditos, una pesadilla que es mía pero es ajena.
En decenas de años que soy corresponsal extranjero, que informo al mundo de habla hispana de las guerras y las paces, pero principalmente de las guerras, logré desconectarme de mis simpatías y de mis odios.
Eso fue hasta hace veinte días. Nunca olvidaré donde estaba cuando asesinaron a Rabin, cuando derribaron las torres gemelas, cuando Hamas invadió Israel.
Hasta el 7 de Octubre logré mantener mi imparcialidad profesional, mi esquizofrenia de israelí y periodista internacional.
Una convicción se reafirmó en mi, Israel y Palestina, deben separarse.