Hay gente que muestra su rostro, otros también la mirada, a veces son muchos los miedos que no se van de nosotros.
Prefiero hablarle a los amigos de frente como al mirarme en un espejo, con los labios apretados, hablándome a mi mismo o en silencio.
No tengo un rostro diferente. Me digo: es el mismo cada día y sin embargo parece algo extraño, cuando despierto asombrado.
Mis cabellos son de color blanco, como la nieve -me digo- y sonrío sabiendo que el tiempo ha pasado, aunque no pueda cambiarlo.
Nunca uso una máscara ni siquiera en el carnaval festivo, prefiero mirar a los otros pero seguir siendo el mismo, enriquecido por la vida.
Nadie sabe que siento, si estoy alegre o deprimido, cuando imagino que los pájaros han cesado sus trinos, por las guerras que matan.
No me gustan las máscaras, prefiero la que es mía en cada día, a veces con lágrimas, otras con una sonrisa, mientras hablo con la gente con la mímica del alma.