El brutal ataque que el grupo terrorista Hamás perpetró contra kibutzimy poblados del sur de Israel, bases militares cercanas a la frontera y el festival de música electrónica en Reim el 7 de octubre de 2023 ha dejado hasta el momento más de 1700 israelíes fallecidos, en su gran mayoría jóvenes.
Israel se ha convertido en un infinito e improvisado monumento al recuerdo. Coloridos posters con los rostros de quienes fueron matados o secuestrados y aún están en cautiverio, tapizan paredes, estaciones de bus, plazas, autos, trenes y carteleras de centros comunales.Para las familias en duelo es de vital importancia que todos conozcan y recuerden a sus seres queridos, tanto a los que dejaron el plano terrenal el propio 7 de octubre como los que han caído en defensa del país a raíz de la guerra que ese cruel ataque desencadenó.
Las estampas, en su mayoría rectangulares, tienen el nombre del o de la joven, la fecha de nacimiento y del deceso,y si se trata de un soldado, la unidad en la cual prestaba servicio militar.También, alguna frase que lo/la caracterizaba o solía decir ese hijo, novio/a, hermano/a, amigo/a cuya vida fue truncada, o ese último mensaje que alcanzó a enviar. Indispensable la foto… retratos con amplias sonrisas y miradas brillantes, hermosos todos, como si la muerte los hubiese alcanzado como castigo a su belleza.
Trato de dedicarles unos segundos a esos altares de paso, no puedo dejar de ver las fechas de nacimiento, y percatarme de que para la mayoría ya tengo suficiente edad a mis 46 años para ser su madre. Penetro en sus miradas y trato de conocerlos… ¿qué tanto alcanzaron a hacer en la vida? ¿Fueron felices? ¿Llegaron a enamorarse alguna vez? ¿Sabían que iban a morir?
En la pared del estacionamiento del Centro Comercial reconozco la calcomanía del hijo de Sigui. SigalitTzur, trabaja en el banco donde también yo trabajo. Nunca supe con precisión a qué departamento pertenece, pero es de esas personas tan activas que es miembro de cuanta comisión existe en la institución. Por esas ironías del destino, ella fue siempre la encargada de coordinar el acto del día del recuerdo del Holocausto y Día del Recuerdo de los Caídos en los Conflictos de Israel, y de las Víctimas de Actividades Terroristas. Por esos pensamientos banales que pasan por la mente, cuando avisaron que Adí -el hijo de Sigui- cayó en el combate de la base de Kisufim el 7 de octubre, lo primero que se me ocurrió fue“seguro que ahora deja todas sus funciones voluntarias”. ¡Vaya si estaba equivocada! Por el contrario, Sigui ha convertido el dolor por la pérdida de su hijo en una tarea constante que desborda su ya abarrotada agenda.
Empezó por organizar el acto del sepelio: pidió a todo aquél que pudiese,que llegara a acompañarlos, armando así una infinita cadena humana con banderas de Israel en el último recorrido de Adi por las calles donde creció, desde el jardín de infantes y al colegio, pasando por donde se reunía con sus amigosy hasta el cementerio. A la entrada de su edificio colocó una placa que dice: «La casa de Adí: en este edificio vivió, creció y floreció el pequeño príncipe Sargento Primero AdíTzur(02.12.2002 – 07.10.2023) Cayó en combate con heroísmo, en la defensa del kibutz Kisufim en el Shabat Negro. Adí, de los mejores hijos de la tierra de Israel, símbolo de paz, unión, amistad, humildad. Niño mágico, que ilumina y conquista corazones con su sonrisa, quiso y fue querido por sus amigos«.
Se entrevistó en los principales medios de comunicación para contar la historia de su hijo. Organizó una carrera de 5 kilómetros que recorría la urbanización el día que debía haber cumplido 21 años. Coordinó un torneo deportivo en el colegio al que asistió el chico, le regaló a cada uno de los participantes una camiseta con la impresión «el camino de Adí» y por el amor incondicional que Adí profesaba hacia los animales, en particular hacia los perros, nombraron en su honor al refugio donde él adoptó a su perrita y era voluntario cuidando los canes víctimas del maltrato. Por supuesto la madre se ocupó del acto.
La última vez que Adí estuvo en su casa con permiso del servicio militar, fue el Día del Perdón «Yom Kipur». La madre recuerda con claridad que el chico -junto a su novia -decidió hacer unas galletas apenas finalizó el ayuno, y mientras las preparaban,Sigui prendió el televisor para ver el noticiero. Cuando vio la trifulca originada ante la exigencia de realizar los rezos de Yom Kipur en la plaza Dizzengof de Tel Aviv con separación por géneros, Sigui gritó un “¡Oy va voy!” un tanto premonitorio, Adí corrió desde la cocina aún con una bolita de masa de galleta en las manos, pensando que había pasado algo y la mujer le comentó: “¿Qué nos está pasando? El país se nos está cayendo a pedazos. ¿Cómo van a convertir Yom Kipur en algo político? Es como si el apocalipsis se estuviera acercando”.
Al día siguiente, estaban apurados para que Adíalcanzara el autobús que lo llevaba a la base en Kizufim, sin embargo, el chico tiró al suelo el bolso pesado que llevan consigo todos los soldados y decidió dar un último paseo con su perra. Esos son los últimos recuerdos de Adí, en su última visita a su propia casa. Sigui decidió guardar en una caja una de las galletas, y la novia del chico le preguntó: “¿Para que la guardas si quedaron horribles?”
“Es el último recuerdo de sus manos cuando estuvo en la casa”.
Mantenerse más ocupada de los necesario es la forma que encontró Sigui para no caer en el pozo de la depresión por la pérdida de su hijo menor, en hebreo lo llaman «ben zicunim», ese hijo no esperado que le nace a padres mayores y que tiene varios años de diferencia con los hermanos, pero que con su nacimiento cambia para bien la vida de todos. Sigui comentó en un taller de escritura que hicimos juntas, que ella adora la lectura, sobre todo el tema de la Shoá, pero que termina el día tan cansada que tiene que leer de pie, pues sentada o acostada se queda dormida.