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Por Bertha Linker

Para Yair -mi hijo mayor- el primer grado fue una total decepción. Para su desgracia, estar adelantado a su edad en términos cognitivos, interesado por la política y la historia, no se dieron la mano con los intereses de sus compañeritos de grado: el fútbol o los videojuegos.

No tuvo ningún denominador común con ellos. En otras palabras, terminó el primer grado sin tener un solo amigo.  Llegó a segundo grado y por esas cosas del destino le tocó hacer pareja con Ariel. Todos los útiles, bolso, ropa de Ariel eran sólo de tres colores: blanco, negro o el predominante de todos, el ROJO.  Los chicos, empezaron a trabajar en equipo: tenían que hacer una asignación y les permitieron salir al patio a hacer el trabajo, Yair quería sentarse en un banco que estaba libre y Ariel le dijo en forma determinante:

-En ese banco no me siento.

-¿Por qué?- preguntó Yair sin entender como prefería incluso sentarse en el suelo antes de ocupar un lugar que estaba limpio, desocupado y seco.

-Porque es amarillo y nosotros somos de Hapoel, los de Hapoel odiamos el amarillo.

Para Yair el hecho que Ariel ya lo incluyera en su «nosotros» fue motivo de alegría, estaba descubriendo de la manera más intuitiva e inocente la amistad. A medida que la relación se fortalecía lo hacía también el fanatismo por Hapoel.  Yair cambió las canciones infantiles por los cánticos de las hinchadas y los dibujos animados, por las alineaciones del equipo de todos los tiempos. La fiebre por el equipo se fue contagiando a la familia, ya íbamos juntos a los partidos en el estadio, nos aprendimos las canciones de las peñas e incluso los chicos empezaron a entrenar en la liga infantil del mismo equipo. Uno de los lemas de HapoelJerusalem es:

«Hapoel, más que un equipo, una familia»

Los primeros días después del 7 de octubre del 2023, como cuando hay un accidente de coche y revisas que todos los ocupantes se encuentran bien, la barra brava se preocupó por revisar cuantos «hapoelistas» se habían visto afectados. Había un secuestrado Ofir Angel, nieto del fotógrafo oficial del equipo y un desaparecido Hirsh Goldberg Polin.

 El 7 de octubre en Israel reinó un caos informativo, sobre todos en las redes, videos de las atrocidades que los terroristas cometían se transmitían en vivo por Facebook, telegram o whatssap. Después de un corto período de tiempo, tanto por razones de inteligencia como por respeto a las víctimas y sus allegados, la censura local se activó. Pero la censura solo puede actuar en los límites nacionales, a los periodistas del extranjero les llegaban todos los materiales tal como fueron grabados. Una clara muestra de esta disparidad ocurrió cuando la madre de Hirsh, de nacionalidad americana, acudió a los medios en Estados Unidos para anunciar la desaparición de su hijo que disfrutaba en la fiesta Nova. El periodista que la entrevistaba le preguntó consternado si ella aún no había visto el video donde claramente se observa que su hijo fue secuestrado junto a otros jóvenes que se encontraban buscando resguardo en un refugio anti-bombardeo. Mas allá de lo cruento del rapto en sí, en el video se apreciaba que  Hirsh había perdido la mano derecha.

Par el equipo de baloncesto fue muy difícil coordinar los compromisos con las ligas europeas y la realidad que acontecía en Israel.   El 17 de noviembre, apenas un mes después del brutal ataque del grupo terrorista Hamas, Hapoel debía enfrentarse a un contrincante en Europa ¿Quién puede ver un partido en esas circunstancias? Los dueños del equipo optaron por una solución salomónica, el partido se transmitiría en pantallas gigantes desde la cancha de Hapoel, los asientos de todas las graderías fueron ocupados por las fotos de los secuestrados.  A los chicos les dieron banderas de Israel. Antes del partido la familia de Ofir se dirigió al público gritando ¡hay que regresarlos a todos a casa ahora!  El partido empezó y el silencio era absoluto, sólo después del primer cuarto empezaron los vítores conocidos, pero el tono era bajo, no porque los cánticos no fueran con entusiasmo sino porque eran solo niños los que cantaban, los jóvenes y hombres mayores de 18 años estaban en el frente de combate, bien sea en el servicio militar obligatorio o en la reserva. La lucha por el regreso de los secuestrados y el equipo se amalgamaron. A finales de noviembre el Hamas liberó a casi todas las mujeres (menos a las soldadas) y menores (menos a los niños Bibas) Ofir fue liberado, le faltaba una semana para cumplir la mayoría de edad.

Ahora toda la barra brava estaba abocada y dedicaba sus cantos a la liberación de Hirsh.

El 22 de abril se publicó una prueba de que Hirsh seguía con vida, irónicamente la buena noticia que recibieron los padres fue que lo habían operado y el muñón había cicatrizado apropiadamente. El 17 de mayo se jugó la final de la copa nacional de Baloncesto de Israel, la final fue entre los eternos rivales, HapoelJerusalem y Maccabi Tel Aviv (los amarillos). Todos los fanáticos de Hapoel que asistimos al partido recibimos de regalo una camisa roja con la impresión de un retrato en blanco y negro de Hirsh, un reloj de arena al que le queda poco tiempo y la frase: ¡Regresamos a Hirsh ahora!  escrita en hebreo e inglés. Además de las palabras: “Te queremos, permanece fuerte, sobrevive”. La mitad de la cancha era una sólida muralla roja formada por la uniformidad de las camisas, además, cuando se terminó de cantar el himno, desplegaron una gigantografía con el retrato del joven secuestrado que abarcaba toda la barra brava. Hapoel salió campeón, la copa la recibió Ofir Angel y la vistió con una de las camisas de Hirsh.

Para mi hijo Yair, era un hecho que Hirsh iba a ser liberado, como si se tratara de una historia de Disney con final feliz, veríamos las imágenes de «nuestro rojo» enarbolando la próxima copa de Hapoel. La barbarie del Hamas no había terminado, después de haber sobrevivido un año en los estrechos túneles de la organización terrorista, Hirsh junto a otro cinco secuestrados fue asesinado en cautiverio. No quise darle la noticia en la mañana a Yair para que no faltara al colegio, Ariel se lo contó, no le dio crédito a la noticia hasta que yo se la confirmé. Ambos lloramos como si hubiésemos perdido a un ser muy cercano, como si llegamos a la final del mundial y lo perdemos.

El sábado 17 de octubre empezó a correr el rumor que Sinwar, al autor intelectual de la masacre había sido ejecutado. No nos podíamos alegrar por el asesinato de una persona, pero si por el hecho de que sin él, el mundo iba a ser un poco mejor y se encendía pequeña luz de un cese a la guerra. Los días posteriores se dieron a conocer imágenes de como habían eliminado a la piltrafa de Sinwar.  Yair me avisó «alegre»: están mostrado las imágenes del dron que encontró a Sinwar, el tipo le lanzó un palo a la cámara con la mano izquierda, parece que perdió la derecha, como Hirsh»

Mis chicos ya no quieren ponerse la camisa de Hirsh para los partidos de Hapoel «la arena del reloj se acabó» me dijo uno de los pequeños.  Rachel Godlberg-Polin la madre decidió que no. La muerte de Hirsh no fue en vano, salió en los medios de comunicación describiendo detalle a detalle lo que se sabe del asesinato del chico: pesaba solo 53 kilos, le dieron dos disparos, del primero trato de defenderse con la mano que le faltaba y el atravesó la cara, un segundo disparo por la nuca, lo encontraron arrodillado, por su estatura no lograba estar totalmente erguido en los túneles. Sobre su cabeza se apoyaba el cuerpo de otro de los secuestrados. Rachel decidió relatar todo para que el mundo se entere de la crueldad, las condiciones del cautiverio y lo urgente que es liberar a todos los secuestrados cuanto antes. ¡Hay que traerlos a casa ya!

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