Recuerdo en donde me encontraba en el momento que el módulo lunar Cóndor, parte de la misión Apolo 11, acabara de alunizar. Estaba en el teatro Alberdi de mi ciudad natal, San Miguel de Tucumán; detuvieron la función unos minutos para anunciar que un hombre había pisado el suelo de nuestro único satélite natural. Si no me equivoco, estaban presentando la obra “El enfermo imaginario”, de Moliere. Hay algunos acontecimientos que se quedan grabados en la memoria de nuestra niñez, y muchos años después nos imaginamos que ocurrieron apenas ayer. Creo que todos los que tenemos más de 60 años recordamos el lugar en el que nos encontrábamos cuando este evento ocurrió.
Justamente ese año se organizó en Woodstock un festival de rock donde cientos de miles de jóvenes participaron en una orgía de música, danza y droga. Fue una manifestación de paz y amor, que duró cuatro días y creó muchas leyendas que hasta el día de hoy se mantienen vivas. En Woodstock el público vestía ropas de colores y coronas de flores en sus cabezas. Las largas cabelleras de hombres y mujeres revoloteaban en el viento, ¡toda una fiesta de libertad! Tuve una vecina, Janine, originaria de Nueva York, que me contó que, después de manejar varias horas desde la “Gran Manzana”, para llegar a Woodstock, tuvo que dejar el coche a más de un kilómetro del lugar del concierto, y lo que todavía le quedaba por marchar, lo hizo a pie. Me la imagino a Janine en ese evento con su cabellera rubia esparcida por el viento. Su tez blanca, su amplia frente, sus verdes ojos y sus labios rojos, fogosos, muy parecida a Marilyn Monroe. ¿Qué será de Janine?, ¿por dónde andará?
La hazaña de Armstrong, Collins y Aldrin seguirá existiendo en la memoria colectiva por muchos años. Los que vivimos el año 69 participamos en un evento extraordinario y hasta diría cósmico. Un suceso estelar que se podría comparar con otro que ocurrió hace cien mil años, cuando el homo sapiens dejó el continente africano y se dispersó por todo el mundo. Apolo 11 marcó el principio de la conquista espacial del hombre, o sea que, desde ese momento, no solo la tierra podría ser nuestro hábitat, sino que todo el universo se abría a nuestros pies. No estaríamos más atados a nuestro planeta y en el futuro podríamos emigrar a otros mundos.
Janine había llegado a nuestra vecindad un año después que nosotros y ocupó el apartamento, en el cuarto piso. Llegó con sus tres niños; el mayor era de mi edad. Mi familia había inmigrado de Argentina y nos habíamos mudado a las afuera de Tel Aviv un año antes. Janine con sus hijos recién llegaban de los Estados Unidos de América. Esa fue la primera vez que conocí a una familia con una mamá y sin un papá. La historia de Janine era muy especial, por lo menos para mí, un niño que se crio en una familia tradicional, donde nada inaudito ocurría. Janine creció en Nueva York, y a los dieciocho años se enamoró y se casó con un venezolano que la llevó a su país. Allí nacieron sus tres hijos y disfrutaron de una vida lujosa. A los diez años de casada, descubrió Janine que su marido tenía otras “familias” y que sus negocios estaban involucrados con la droga. Hizo sus maletas y regresó con sus tres niños a Nueva York.
Los tres astronautas fueron los héroes de esta misión, pero, a mi parecer, Collins fue el que se merece el más alto reconocimiento. Michael Collins no pisó la luna, pero se tuvo que quedar solo en la cápsula Columbia, por más de 21 horas, esperando que sus dos compañeros regresaran de la caminata lunar. Pienso en la soledad y en la responsabilidad que tenía, de recoger a sus amigos, que sin él no podrían regresar a la tierra y a sus familias.
Muy poco tiempo pudo Janine disfrutar, con sus tres hijos, en la casa de su familia en Nueva York. El marido venezolano fue a buscarla e insistió en llevarla consigo, pero Janine rehusó. Sirviéndose de la ayuda de sus familiares, pudo escaparse de las garras de su esposo e inmigrar legalmente a Israel. Así fue como llegó a ser nuestra vecina. Siendo una mujer que no había trabajado en su vida, tuvo que buscar algo para poder mantenerse. Empezó enseñando inglés en nuestra comunidad, pero ese empleo no le venía bien. A pocos meses de haber llegado, empezaron a visitarla individuos que la cortejaban. Por su belleza y su carácter juvenil, Janine no tuvo mucho trabajo en encontrar a un hombre que la mantuviera. Un potentado, dueño de un “steakhouse” de moda en nuestra ciudad, llegó a quedarse permanente en la casa de Janine.
Woodstock creó la expectativa de que los Beatles volverían a aparecer en concierto abierto al público, pero eso no ocurrió. Otros grandes astros del rock estuvieron presentes, como Santana, GratefulDead, Creedence Clearwater Revival, Janis Joplin, The Who, y no nos olvidemos de Joe Cocker. También los siguieron The Band, Blood, Sweat&Tears, Crosby, Stills, Nash & Young y el gran mago de la guitarra eléctrica, Jimi Hendrix. Fue una lista de los más importantes artistas del rock en esos momentos, y leyendas en nuestros días.
Jimi –así se llamaba el nuevo amigo de Janine– se sentaba todas las mañanas en el balcón del apartamento, a tomar su café turco y leer el periódico. Tenía un aire de no llevar mucha prisa y vivir su tiempo despacito. Siempre lo veía en pijamas y en sus chancletas de terciopelo. Hacia el mediodía subía a su Volvo y manejaba al norte de la ciudad, donde se encontraba su restaurante. En esa época, a principio de los años setenta del siglo pasado, no existían en Tel Aviv muchos restaurantes de esa categoría como los hay ahora. Janine volvía poco a poco al mundo al que estaba acostumbrada, de lujo, como el que vivió en Venezuela. Solo dos años fue nuestra vecina.
La misión Apolo 11 fue todo un éxito, la base del módulo cóndor se quedó en el mar de la Tranquilidad, en la luna, y los tres astronautas regresaron a la tierra y, después de una cuarentena de 21 días, a sus respectivas familias. Woodstock, el grandioso evento, fue llevado al cine y se intentaron varias producciones parecidas, pero sin la misma repercusión. En el año 70 los Beatles se disolvieron. Janine desapareció de nuestras vidas… tal como había llegado, con sus tres hijos, se fue, pero su rubia cabellera, sus verdes ojos y sus carnosos labios, quedaron grabados en mi memoria.