Octubre 2025 – Reencuentros

La liberación de los secuestrados me sorprendió en Buenos Aires la noche en que me despedía de mis amores porteños para retornar a Israel y no pude dormir ni una hora por la emoción. Miraba en vivo los festejos en Tel Aviv, en la plaza de los secuestrados  y los reencuentros de las familias que todos conocemos por haber escuchado sus anhelos y sus rezos tantas veces, por haber compartido su desesperación y el tan angustioso ruego de “bring them home now”.

No puedo dejar de mirar a los hermanos Horn abrazándose, a la esposa y las hijitas de Omrí que gritaban cada noche “Abaaaaaa” bien fuerte para que papá las escuche desde algún túnel en Gaza, a la mamá argentina de los Cúneo, a la de Matan… al papá de Alex levantándose de una silla de ruedas para abrazar a su hijo.  

Israel se tomó un respiro el día de “la alegría de la Torá” para recibir con el corazón lleno de esperanza a los secuestrados que sobrevivieron el infierno.

Mañana llegarán los otros, los que vuelven en un cajón.  Y volveremos a llorar, esta vez acompañando a las familias que reciben sólo el consuelo de la certeza de que su ser amado en verdad murió y que podrá dar sepultura a sus restos. 

Giro de un lado a otro en la cama tratando de dormir. Me atormento pensando quién digitará esas diferencias, quién maneja la ruleta de la bendición o la maldición para una familia.  Y por fin, voy cerrando los párpados amparada en el refugio de la ficción, allí donde somos los autores los que decidimos qué historia termina bien y cuál de ellas terminará mal.  Y ya en el mundo de los sueños, diviso un prado con capullos de los que emergen todos los caídos y corren hacia el abrazo de sus seres queridos.