Hurgando en la hemeroteca digital del diario L’Arena di Verona, encontré un artículo del año 1900 del  periodista Francesco Vecchiato, que relata la historia de una pelea entre dos familias de Verona que intitula “La verissima storia de Romeo e Giulietta”.

El autor explica que en Verona por razones prácticas las familias de la parte alta tiraban el papel higiénico en el inodoro y las familias de la parte baja, que está cerca del río, en cestos de basura. Son esas cosas que no se hablan públicamente, sino que se transmiten en conversaciones entre mujeres y van formando un consenso social.

También así se determinó que el papel higiénico debe colocarse con las hojas cayendo por la parte frontal, o la forma de colocar los cubiertos en la mesa y todas esas pequeñas cosas que el hombre no tiene tiempo de pensar porque está ocupado con cosas importantes como… Bueno, vayamos a la historia.

Romeo es hijo de un aristócrata empobrecido que habita en Castel San Pietro, mientras que Julieta pertenece a una familia de comerciantes adinerados, dedicados a la papelería y los suministros de oficina. La alianza entre ambas casas parecía, al principio, conveniente: los Montesco aportaban nobleza y los Capuleto, dinero.

El flechazo ocurrió durante la fiesta de quince años de Julieta, donde los jóvenes quedaron prendados. Bajo la atenta mirada de sus chaperones, iniciaron un noviazgo basado en paseos y largas conversaciones. Incluso la señora Montesco, madre de Romeo, llegó a acoger a Julieta con cariño. Todo parecía encaminado hacia una unión armoniosa.

Sin embargo, un episodio doméstico minó la incipiente relación. Tras una visita a los Montesco, la sirvienta descubrió papel higiénico usado en el cesto de basura, lo que provocó escándalo en la alta sociedad veronesa. La señora Montesco, dolida, comentó que los Capuleto eran “campesinos nuevos ricos”. Aunque su esposo intentó restar importancia, el rumor se propagó como pólvora.

Poco después, Romeo visitó la casa de los Capuleto. El encuentro fue cordial hasta que Severina, el ama de llaves, notó que el joven había estado demasiado tiempo en el inodoro y dedujo que había arrojado papel al excusado. El chisme no tardó en circular: Romeo había actuado con ánimo de venganza por la ofensa previa.

Los rumores deterioraron la relación entre las familias. Romeo, indignado, llamó campesinos a los Capuleto; Julieta, al enterarse, sintió la humillación como una puñalada. Su amor se transformó en odio.

La tensión alcanzó su clímax en la fiesta privada de Año Nuevo en casa de los Capuleto. Lo que debía ser un banquete alegre se convirtió en una velada fría y formal. Esa misma noche, una tormenta desbordó los drenajes y anegó la colonia en aguas negras. La población, supersticiosa, vinculó el desastre con las supuestas acciones de Romeo. El joven fue señalado como culpable y su padre le aconsejó huir para evitar ser linchado.

El 2 de enero, Julieta recibió una llamada del fraile Lorenzo que le pidió que encontrara a Romeo en el convento de San Bernardino. Julieta acudió al convento, decidida a asesinar a Romeo. Armada con una daga, intentó apuñalarlo, hiriéndolo sólo levemente. En el forcejeo, Romeo la tomó de los brazos y la tiró al piso, poniendo su cuerpo encima para que no se moviera. Le suplicó perdón, alegando arrepentimiento.

Julieta no escuchaba, estaba cegada por el odio. No podía dañarlo físicamente, pero le lanzó insultos a matar, le dijo que su padre era un corrupto, un niño mimado, que no sabía trabajar, que su castillito estaba en ruinas y su padre estaba endeudado y estaban a punto de mudarse a una pocilga, que su madre no sabía hacer nada y no iba a conseguir trabajo ni de criada.

Romeo respondió diciendo que era una campesina vulgar, que tronaba la boca y que la abría al comer, que ningún dinero la va a hacer una dama de sociedad. Ella soltó una carcajada, diciendo que ni para insultar era bueno.

Él la soltó y se rodó acostándose boca arriba, dejando la daga en el pasto, derrotado, como cuando los perros muestran que su contrincante es el perro alfa.

Se quedaron acostados reponiendose del cansancio de la lucha varios minutos.

Viendo las nubes, Romeo le dijo que no podía casarse con una persona que tiraba el papel higiénico en el bote de basura.

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