Toda madre con chicos en la primaria en Israel sabe lo que significa el mes entre el fin de mayo y el 30 de junio cuando termina el año escolar: son los torneos y presentaciones de fin de curso para lo que los chicos se han preparado durante todo el año. Como si fuera poco se cumple con la tradición de la fogata de Lag Va Omer. La costumbre de la fogata se dio inicio para conmemorar la rebelión de Bar Kojba, en los jardines de infancia y escuelas lo vieron como una oportunidad de hacer una actividad comunitaria. Son días en las que mas allá de pasar horas dando vueltas dentro del mismo vecindario llevando a los chicos de un lugar a otro, cada representante se las debe ingeniar porque los eventos suelen ser los mismos días a las mismas horas.

Este 2025 la fogata de tercer grado coincidió con el último juego del basket de los de quinto, en principio un poco de coordinación permitía hacerlo todo: primero dejar a los grandes en el centro comunitario para el juego de basketpor hora y media, ir con los máschicos a la fogata para luego hacer el recorrido inverso. El ambiente en la fogata estaba muy agradable y los chicos se estaban divirtiendo, le pedí a otra madre que estuviese pendiente de mis niñosaclarándole que yo me ausentaría máximo por quince minutos y volvía. Me fui en el auto a buscar a los mas grandes, si tenía suerte podría verlos jugando los últimos minutos. Llegué al centro comunitario, el juego iba con retraso, estaba muy reñido. El público, es decir los padres de ambos equipos peleabancon el árbitro por cada falta pitada o no pitada. El juego se iba a prolongar, llamé a mi niña y le dije que me iba a tomar más tiempo del previsto en el juego de basket, ella se alegró,eso representaba más tiempo para disfrutar con su amiguita, le pedí que si los demás se empezaban a ir me llamara y los iba a buscar de inmediato. Por mas que todo estaba planificado el sexto sentido mantenía contraído todos los músculos de la nuca, tenía un mal presentimiento.

De repente en mi teléfono apareció el triángulo anaranjado de la defensa civil, Pikud ha Oref, advirtiendo que en los próximos minutos sonaría la alarma por un ataque con misiles, le mostré el mensaje a otra mamá con la que me había puesto a conversar desde que llegué para que me pusiera al tanto de los detalles del partido, ella no había recibido la alarma, pero en menos de dos minutos, justo cuando la cancha se estaba estremeciendo por la sirena que advertía que el jugador tenía el balón en su posesión por mas de 24 segundos sonó también la alarma de ataques por misiles, en realidad era imposible escucharla pero a todos los presentesal unísono nos retumbaron los teléfonos celulares. Nos pusimos de pie gritando y aleteando con las manos para que pararan el partido y evacuar a todos los presentes al refugio, los chicos pensaban que los padres solo protestábamos por si la última jugada había sido falta o no. El caos duró unos segundos hasta que el entrenador se dio cuenta de lo que ocurría y guio a los jugadoresy al público en general al refugio,cual flautista de Hamelin. Los niños estaban desorientados, como si los hubiesen despertado a mitad de la noche de un profundo sueño, se preocupaban mas de no perder el calentamiento de los músculos y de quién le correspondería la posesión del balón que la misma detonación estruendosa que se acababa de escuchar. La señal de internet era débil, no nos podíamos informar si se trataba de un misil enemigo interceptado o si el misil había impactado en alguna zona habitada de la ciudad.

¡Por Dios los pequeños estaban solos en una zona sin protección! en un descampadosolo allí les permitieron hacer la fogata. La madre a la que le pedí que los cuidara seguramente se ocupó de buscar resguardo para ella y su hija, pero ¿quién le había dicho a mis niños que hacer o a donde correr?Aunque quería teletransportarme hasta allá, la realidad era que tenía que subirme al auto y manejar hasta el lugar de la fogata. Antes debía cumplir con las normativas de seguridad de esperar por lo menos diez minutos en el «lugar seguro» después que suena la alarma para resguardarse de las piezas del misil y de la intercepción que se desprenden desde el cielo.Revisé las noticias, el misil fue derribado lejos de la zona en la que estábamos, sin recibir el mensaje de la Defensa Civil que autoriza a salir, salí a buscarlos.

Para los chicos de tercer grado, por casualidad o no, varias veces durante actividades académicas fuera o dentro de la escuela, les ha sonado la alarma de ataquesaereos.Nomi, mi hija, con su mejor amiga desarrollaron un mecanismo de autodefensa: mientras suena la alarma se cuentan una a la otra chistes o hablan tonteras que les generan mucha risa, así en el momento de tensión en lugar de entrar en pánico se divierten. Yoav, mi otro hijo que estaba también en la fogata me dijo que el había hecho lo que les dijo el profesor:acostarse en el suelo y protegerse la cabeza con las manos, solo que en lugar de hacerlo boca abajo, el se costó como quién está en la playa tomando el sol usando sus propias manos de almohada. En un principio lo reprendí, le dije que no es esa la posición que debía haber adoptado, después pensé en lo absurdo de mis palabras, ¿acaso son sus pequeñas manos colocadas sobre su propia nuca lo que lo va a salvar si le cae un pedazo de misil en la cabeza? El estaba feliz que pudo ver en vivo y directo la intercepción de un misil, por el contrariolo más traumático para el fue que no se pudo comer la papa envuelta en papel aluminio que se estaba cocinando en la fogata. Nos montamos en el auto y nos pusimos rumbo al centro comunitario a buscar a los hermanos mayores que seguramente ya habían terminado el juego de basket.

Efectivamente, el partido y con él la temporada, habían terminado, ese juego lo perdieron, pero el entrenador en unas palabras de despedida les dijo que a pesar de las vacaciones debían seguir practicando. Los chicos quedaron en mantenerse en contacto para encontrarse a jugar en la cancha que queda cerca de la casa. Con dificultad habían pasado dos días cuando ya se reunieron después de las horas del colegio. En la televisión anunciaban que había sido identificado un misil haciendo el recorrido hacia territorio israelí. A nosotros no nos sonaron las alarmas, estábamos fuera el área de alcance. Netanel, mi hijo mayor entró furioso a la casaincrepándome:tu no te preocupas por mi, me estalló un misil sobre la cabeza y no te importó. Le dije que se fijara en las noticias, siempre están como música de fondo en el salón de la casa, efectivamente los Hutieshabían disparado pero no hacia Jerusalén donde vivimos, incluso ni siquiera se escuchó la explosión que suele escucharse cuando un misil es interceptado. Sin embargo, no soloNetanel se sintió desasistido, los grupos de whatssapp y Facebook del vecindarioestaban encendidos:¿cómo era posible que la explosión se vio tan cerca y no sonaron las alarmas, no recibimos ninguna alerta?Alguien escribió en uno de los grupos: la explosión fue muy lejos, no hay forma que el proyectil nos alcanzara. Vimos la intercepción,así como vemos la luna en el cielo yno por eso nos cae encima.

El jueves de la misma semana era el segundo de tres juegos para determinar quién sería el campeón de la liga profesional de basket entre el HapoelJerusalem, nuestro equipo y su mas conocido rival, el Maccabi Tel Aviv. El principio del juego estuvo más bien aburrido.La primera mitad del partido se me hizo eterna, yo tenía esa misma angustia de unos días antes, el sexto sentido tensionando desde la espalda hasta el cuello, a lo mejor lo que no me dejaba disfrutar era esa sensación que en cualquier momento algo podía pasar.El cubo con las pantallas del medio de la cancha advertía que en caso de escuchar la alarma el partido se detendría, los asistentes deberían permanecer en sus respectivos puestos y protegerse la cabeza. El juego duro mucho mas de lo estipulado, a cada rato debían interrumpir el partido y en lugar de llegar a las once de la noche a la casa como teníamos previsto llegamos a las 12:30, estábamos pletóricos, hapoelhabía ganado, aun podíamos ganar el campeonato. Por lo tarde que llegamos los mejores puestos del estacionamiento estaban ocupados, me tocó estacionar en los que quedan viendo hacia la montaña. De allí vi pasar dos luces muy rápidas, le dije a los niños que se fijaran ellos, no sabía si eran estrellas fugaces, aviones o otra vez misiles «sin alarmas». Estábamos tratando de adivinar de que se trataba cuando a esas dos luces le siguieron una fila de doce aviones de guerra pasando por sobre nuestras cabezas. Les advertí a los niños que algo muy raro estaba pasando, les pedí que con todas sus fuerzas corrieran a la casa. Con la respiración entrecortada le contamos a mi esposo lo que habíamos visto. Me acordé que desde el mediodía se corrían rumores que el gobierno de Estados Unidos había pedido a sus diplomáticos destacados en Israel tomar las máximas precauciones e incluso evacuar ciertas zonas. Al llegar prendimos la televisión tratando de escuchar alguna novedad en las noticias. No decían nada. Nos fuimos a dormir.

A las tres de la mañana un nuevo sistema de alerta se había activado, el ruido era estridente, advertía que Israel había entrado en estado de Alerta Máxima después de haber atacado puntos estratégicos en Iran. Estaba prohibido salir a la calle, todas las actividades quedaban suspendidas. Los políticos salieron declarando Israel está en guerra, como si lo que viene ocurriendo desde octubre del 2023 se tratara de un videojuego.

Dos días tardó Irán en contraatacar, de la defensa civil insistían que era necesario en caso de que sonaran las alarma entrar a los refugios, ya no era suficiente un cuarto interno de la casa.Yo empecé a plantearme posibles escenarios, haciendo cálculos de riesgos muy bastos: era más probable que alguno de los niños, mi madre, mi esposo o yo nos lesionáramos bajando tres pisos para llegar al refugio que un misil cayera en nuestro edificio. Además, el refugio si acaso puede albergar a 30 personas, en el edificio somos 16 familias casi todas numerosas, estar encerrada con tanta gente en un espacio tan reducido hacían propicias todas las condiciones para que me diera un ataque de claustrofobia. Preferimos tenerle mucha fe a la estructura prefabricada del edificio hecha de sendas murallas de concreto. Las veces que sonaron las alarmas por ataques de Irán los chicos se sentaban sobre las cestas de la ropa sucia en el pasillo interno de la casa. Escuchábamos el agite de los vecinos bajando por las escaleras. No podía negar que en lo mas oscuro de mis pensamientos pensaba que en caso de que un misil si cayera en el edificio, le cayera a la vieja amargada de arriba ella se lo merecía. Por otro lado,me asaltaban pensamientos macabros que ya se me habían atravesado el 7 de octubre: si nos llega a pasar algo que sea a todos, como puede enfrentar la vida alguien que sea el único sobreviviente de una familia. Igual se me cruzaban pensamientos menos filosóficos,mástriviales por ejemplo: me voy a comer el paquete masgrande de papas fritas que encuentre y el pote de helado de la heladera, puede ser que explotemos con fuego enemigo y yo me quede con las ganas.

A los jugadores estrella de Hapoel y Maccabi, en su mayoría extranjeros, los evacuaron por la frontera con Jordanía.Los niños, no dejaban de discutir si igual se podía jugar el tercer partido de la final o no, inclusojugarlo sin público. A los adultos nos interesaba mas si Estados Unidos o algún otro país se uniría a Israel en el combate y ayudarían a destruir de una vez por todas las amenaza nuclear Iraní. Dos semanas después el país se reincorporó a la rutina, como si no hubiese pasado nada.

El 2025 quedará en la historia entre muchas cosas como el año en que Israel atacó Irán y el año en que no hay campeón en el baloncesto nacional.

Bertha Linker

Jerusalén, julio de 2025

Un comentario

  1. Que montaña de emociones! Gracias por compartir a través de las letras un relato tan vertiginoso de vuestra vida, de lo que se vive en Israel en este tiempo tan surrealista. Pude sentir la tensión y la frescura de los niños, su fortaleza a través del tránsito por la guerra.
    Los abrazo a todos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *